Campañas 2006 - El alcohol puede llevarte muy lejos
MENSAJE
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Reducir sustancialmente el número de adolescentes y jóvenes que comienzan a consumir alcohol.
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Retrasar la edad de inicio al consumo en los jóvenes.
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Reducir sustancialmente el hecho y la frecuencia de consumos de alto riesgo entre los jóvenes.
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Incrementar la percepción del riesgo, concienciando y sensibilizando sobre los efectos del alcohol.
FACTORES DE INICIO EN EL CONSUMO
Durante la infancia los niños y la niñas aprenden a identificar el alcohol con el mundo adulto, bien por el ejemplo de sus padres, bien por la influencia de otros modelos sociales a través del cine, televisión etc. Por tanto, los factores psicosociales tienen una influencia dominante.
La adolescencia es una etapa crítica para el inicio del consumo de sustancias adictivas. Son sustancias que pueden marcar en muchos adolescentes el acceso psicológico al mundo de los adultos. La imitación y el deseo de ser como los demás tienen un peso muy importante en el inicio del consumo de alcohol.
Por otro lado, el hábito de consumo de alcohol NO se forma de la noche a la mañana sino que es una suma de conductas de consumo que, en la mayoría de los casos, comienzan por inercia, sin una reflexión previa dentro de un entorno que lo favorece.
La construcción del hábito de consumo de alcohol se verá forzada en la medida en que el o la adolescente:
Aprenda que el alcohol le sirve, al menos a corto plazo, para evitar situaciones negativas (por ejemplo vencer la timidez, calmar los nervios), o para obtener o intensificar sensaciones positivas (pasarlo bien, desinhibirse, sentirse a gusto con su grupo, tener sensación de euforia, etc.). Esta "utilidad" del alcohol depende de lo que el o la adolescente haya aprendido a esperar del alcohol, y de que no desarrolle otras capacidades alternativas para conseguir esos resultados que se esperan del alcohol.
Desde el punto de vista del entorno social, hay que partir del hecho de que el alcohol genera una potente industria a su alrededor y mueve importantes beneficios económicos.
La producción, elaboración y comercialización de bebidas alcohólicas constituye una de las actividades económicas más rentables. Por ello, un elemento que contribuye al importante consumo de esta sustancia es la gran inversión publicitaria de la industria, destinada al mantenimiento y a la captación de nuevos bebedores en grupos de población vulnerables, a través de la publicidad directa, bajo el patrocinio de diversas actividades (deportivas, musicales, viajes, sorteos, premios, etc.), o utilizando marcas en otros objetos (ropa, disco, calzados, relojes, etc.).
SITUACIÓN ACTUAL
España es uno de los países donde el consumo de alcohol y los problemas relacionados con el mismo adquieren importancia, no sólo por el alto nivel de producción de algunos tipos de bebidas alcohólicas (3º país en producción mundial de vino y el 9º en producción mundial de cerveza), sino también por la elevada prevalencia de su consumo (octavo país del mundo en cuanto a consumo per cápita, con 9,6 litros por habitante y año), el amplio arraigo social que este hábito tiene en nuestras comunidades y la percepción generalizada de que el alcohol, o al menos ciertos tipos de bebidas alcohólicas, forman parte del patrón alimentario y dietético de nuestra sociedad.
El alcohol está presente en una proporción importante de accidentes de tráfico, laborales y domésticos. Ocasiona un gran número de discapacidades, la mayoría de ellas a edades muy tempranas. Además de los problemas sanitarios, el consumo excesivo de alcohol origina importantes costes laborales (absentismo, bajas por incapacidad...), malos tratos en el entorno familiar, marginación, ruptura y abandono familiar.
Diversos estudios sitúan entre el 10-15% de las urgencias, el 4% de los ingresos hospitalarios, entre el 30 y el 50% de los accidentes mortales de tráfico y el 15-25% de los accidentes graves de tráfico están asociados al consumo de alcohol.
Hablamos de uno de los principales factores relacionados con el estado de salud de los individuos y las poblaciones. Junto a otros aspectos del estilo de vida, como el consumo de tabaco y de otras drogas, la actividad física y los factores relacionados con la alimentación y la nutrición, constituye uno de los principales determinantes de la salud, desde una perspectiva epidemiológica del fenómeno salud-enfermedad.
Los patrones de uso y abuso del alcohol han variado en los últimos años de forma muy importante, tanto en España como en el resto de países de nuestro entorno. Diversas transformaciones y cambios económicos, culturales y sociales han coincidido en momentos determinados, provocando, entre otros hechos, un aumento de la disponibilidad del alcohol, con variación no sólo de la cantidad, sino de la calidad de las bebidas y un aumento del consumo por parte de la población femenina, juvenil e incluso adolescente.
Actualmente el fenómeno del consumo y abuso de alcohol por parte de la población juvenil ha adquirido unas dimensiones muy importantes en nuestra sociedad. Existen datos estadísticos especialmente preocupantes sobre los cambios en los hábitos de consumo de alcohol de los adolescentes, y en concreto: un incremento en consumos masivos en cortos períodos de tiempo, aumento del consumo regular entre los menores, una tendencia a un consumo significativo a una corta edad, sin supervisión y al margen del entorno familiar, un importante aumento del consumo por parte de las chicas jóvenes y una tendencia a consumir alcohol junto con otras drogas. Existiendo entre la población juvenil claros vínculos entre el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales.
Un dato llamativo derivado del análisis de las dos últimas encuestas realizadas sobre drogas en población escolar de 14 a 18 años, en los años 2002 y 2004, por el Plan Nacional sobre Drogas, es el importante incremento en el porcentaje de consumidores (la prevalencia de consumo se ha elevado en casi 10 puntos). Dicha elevación se produce en ambos sexos y en todos los grupos de edad, si bien el incremento es más llamativo entre los más jóvenes, debiéndose destacar que sólo en dos años y a la edad de 14 años, la prevalencia de consumo de alcohol durante los treinta días anteriores a la entrevista, ha pasado de un 26,1% a un 38,8%, es decir, se ha incrementado en más de doce puntos. Es obvio señalar que, en próximas generaciones, estos adolescentes serán los adultos del mañana, y que por tanto, los patrones de consumo de la población adulta se modificarán en próximas generaciones.
Los indicadores indirectos de consumo excesivo de alcohol en población escolar de 14 a 18 años, presentan cifras elevadas: un 46,1% manifiesta haberse emborrachado alguna vez en la vida y un 27,3% en los últimos 30 días. Llama la atención el número medio de borracheras durante los últimos 30 días: 2,7. Ello quiere decir que el 27,3% de los escolares encuestados que referían episodios de embriaguez durante los 30 días anteriores a la entrevista, tienen una media de casi un episodio de embriaguez cada 10 días.
A pesar de ello, sólo un 9% tiene la percepción de consumir mucho o bastante alcohol, es decir, la percepción de este tema como problema de salud es muy baja en la población estudiada, y se está disminuyendo si comparamos con la encuesta realizada en 1994.
De hecho, el análisis de las encuestas domiciliarias sobre drogas realizadas a población de 15-65 años, señala un importante incremento de la prevalencia de borracheras en el período 1997-2003, para todos los grupos de edad y ambos sexos:
De hecho, en el grupo de 15-29 años dicho indicador prácticamente se duplica en la población estudiada, pasando de un 22,3% a un 43,5% en los chicos y de un 10,5% a un 24,1% en chicas. Entendemos que ello es debido a los cambios producidos en el patrón de consumo juvenil de alcohol.
En población de 30-64 años también se observa un incremento muy llamativo, pasándose de un 9,7% a un 22,7% en hombres y de un 2,8% a un 7,5% en mujeres comprendidas en dicho tramo de edad.
Además de los datos presentados, es importante resaltar que muchos niños y niñas, adolescentes y jóvenes son víctimas de las consecuencias del consumo excesivo de alcohol por parte de los adultos, especialmente miembros de su familia, lo que se traduce en problemas de violencia, ruptura familiar, abuso y pérdida de oportunidades.
Evidentemente, tal y como evidencian los análisis del estudio Carga Global de Enfermedad, de la OMS, el alcohol tiene repercusiones muy importantes en la salud humana. Pero además de las consecuencias que tiene para la salud, destaca por unos efectos sociales adversos sobre la familia, el trabajo, la vida social y la criminalidad, que en una parte importante de los casos son sufridos por personas distintas del bebedor. Dado el impacto potencial que puede tener sobre terceros, el consumo de alcohol lleva mucho tiempo formando parte del campo de acción de la moral. Desde la perspectiva de la salud pública, se debe ir más allá de los recursos moralistas y dirigidos a individuos concretos y dirigirse hacia medidas más eficaces de carácter poblacional, que no comporten un valor moral.
ASPECTOS RELEVANTES DEL PROBLEMA
Existe una tendencia Europea a la homogenización de los patrones juveniles de consumo de alcohol.
La EDAD de INICIO a consumos regulares es cada vez más temprana.
Es un hábito extremadamente frecuente, y probablemente podamos afirmar que es la droga más consumida. Pero NO ES UN HÁBITO GENERALIZADO.
El problema radica en el hecho de que los jóvenes que beben lo hacen en cantidades cada vez más elevadas, siendo cada vez más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos períodos de tiempo (“binge drinking”) y por tanto, aumenta la frecuencia de episodios de embriaguez en nuestros escolares, y este hecho forma ya parte de la CULTURA JUVENIL DE ALCOHOL.
Estos patrones se traducen en alteraciones de las relaciones con la familia, compañeros y educadores, bajo rendimiento escolar, agresiones, violencias, alteraciones del orden público y conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, realizar actividades sexuales de riesgo, que pueden conllevar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
También se traducen en un incremento de la ENFERMEDAD ALCOHÓLICA y de serios problemas de DEPENDENCIA en jóvenes.
Además, cada vez es más importante la cuestión del GÉNERO. Tradicionalmente las chicas han venido consumiendo alcohol en menor frecuencia y en menor cantidad que los chicos en la mayoría de países europeos. Estas diferencias están desapareciendo, e incluso se están invirtiendo.
Entre las MOTIVACIONES que incitan a beber debemos destacar que cada vez es más frecuente la búsqueda de los efectos psicoactivos del alcohol. Los motivos subjetivos están empezando a tener más peso que los motivos sociales.
El consumo habitual de los menores está fuera del entorno familiar. El consumo se realiza fuera de casa, en la calle y en los espacios donde se producen las relaciones sociales de los jóvenes, lugares de encuentro y diversión y se realiza en el grupo de iguales.
Destacan las nuevas tendencias de consumo masivo concentrado en el fin de semana por parte de la población juvenil y una intensa asociación entre los consumos de alcohol, tabaco y cánnabis.
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