Asumiendo que es problema y responsabilidad de todos
Cambiando la actitud permisiva y facilitando un entorno social favorable al NO consumo de alcohol
Entrenando a nuestros adolescentes en la toma de decisiones responsables.
Hablar con ellos hoy, evitará un mal trago mañana
El consumo de alcohol perjudica tu desarrollo cerebral y puede ocasionarte problemas de memoria y de aprendizaje provocados por el etanol que contienen todas las bebidas alcohólicas.
El alcohol afecta a tu sistema nervioso y reaccionas más lentamente a cualquier estímulo, sobreestimas tu capacidad de aguantar los efectos de una gran cantidad de alcohol, y no eres consciente de los riesgos. No coordinas, caminas y hablas mal… ves mal, aparece el sueño y el cansancio.
También aparecen comportamientos violentos, con tu familia, los amigos, los profesores…
Aparecen estados de irritabilidad, dificultad para controlar la conducta. El alcohol pasará su factura a la hora de estudiar, trabajar y también lo hará en tu cuerpo: acné, grasa, trastornos en el crecimiento y en la maduración sexual.
Eso, si no cometes la tontería de conducir después de beber o subir al coche o la moto de alguien que ha consumido alcohol. (Es muy elevado el número de los accidentes de tráfico que se producen por consumo de alcohol).
En esa euforia que produce el alcohol, puedes practicar sexo sin la debida protección, con las consecuencias que ya sabes (embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual o SIDA).
Y de todo, te enterarás cuando estés sobrio. Cuando sea demasiado tarde.
Fuente: Encuesta ESTUDIES, 2004. DGPNSD
El alcohol es la sustancia cuyo consumo está más extendido entre los estudiantes de 14-18 años de edad. Tres de cada cuatro jóvenes (en eses tramo de edad) lo habían probado alguna vez, casi la misma proporción lo había consumido en los últimos 12 meses y más del 60% en los últimos 30 días
La edad media de inicio al consumo se sitúa entre los 13 y los 14 años
Aunque el consumo mantiene una tendencia estable en los últimos años, los consumos de tipo intensivo (borracheras o intoxicaciones etílicas y “binge drinking” o consumo en atracón) han aumentado en España. Casi 2 de cada 5 adolescentes declara haberse emborrachado alguna vez en los últimos 30 días, destacando que las prevalencias de borracheras son ligeramente mayores en chicas que en chicos.
Cuatro de cada seis estudiantes de 14-18 años reconoce haber consumido cinco o más consumiciones en un intervalo aproximado de 2 horas (binge drinking) en los últimos 30 días, siendo esta situación más frecuente entre chicos que entre chicas
La importancia de este tema se debe principalmente al cambio en el patrón de consumo juvenil de alcohol. El problema radica en el hecho de que los adolescentes que beben lo hacen en cantidades cada vez más elevadas, siendo cada vez más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos períodos de tiempo. Consumos que se realizan preferentemente fuera del hogar, siendo la vía pública un entorno cada vez más habitual, lo que también conlleva problemas de orden público. Además, tenemos una elevada frecuencia de episodios de embriaguez en nuestros escolares, hecho que forma ya parte de la cultura juvenil de alcohol.
Estos patrones de uso y abuso del alcohol han variado en los últimos años de forma muy importante, no solo en España sino también en el resto de países de nuestro entorno.
Diversas transformaciones y cambios económicos, culturales y sociales han coincidido en momentos determinados. Un factor que se asocia al consumo es la disponibilidad percibida, esto es, el grado de facilidad/dificultad para conseguir bebidas alcohólicas que tienen los jóvenes. En este sentido, en el año 2008 un 90,8% de los estudiantes de 14-18 años pensaban que les sería fácil o muy fácil conseguir bebidas alcohólicas si quisieran.
Además del aumento de la disponibilidad del alcohol, con variación no sólo de la cantidad, sino de la calidad de las bebidas, se ha producido un aumento del consumo por parte de la población juvenil y adolescente.
% de consumidores de alcohol en últimos 30 días que se han emborrachado en ese período
Prevalencia de borracheras en últimos 30 días
Fuente: DGPNSD. Observatorio Español sobre Drogas (OED), Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES).
Los cambios registrados en las últimas dos décadas en los patrones de consumo de alcohol entre los jóvenes españoles son el reflejo de las profundas transformaciones que ha sufrido la sociedad española en lo que se ha llamado consumo recreativo de alcohol y otras drogas.
Un dato llamativo es el incremento de las prevalencias en los últimos años. Dicho incremento se produce en ambos sexos y en todos los grupos de edad, si bien el incremento es más llamativo entre los más jóvenes, debiéndose destacar que a la edad de 14 años, la prevalencia de consumo de alcohol durante los treinta días anteriores a la entrevista, ha pasado de un 31,7 %en 2006 a un 36,2 % en 2008.
La importancia de este consumo no radica solamente en que el alcohol sea la droga más consumida entre los adolescentes y jóvenes, sino en el protagonismo que ha adquirido su consumo como articulador del tiempo libre de carácter social de estos jóvenes.
Las relaciones que los jóvenes españoles mantienen con el alcohol deben contextualizarse en el marco de sus hábitos de ocupación del tiempo de ocio. La asociación entre el consumo de drogas, en especial del alcohol, y diversión ha ido calando entre los jóvenes, hasta convertir el consumo de estas sustancias en un elemento básico de la cultura juvenil y de sus formas de ocio. El consumo de alcohol ha pasado a ser un componente esencial, articulador y dinamizador del ocio de muchos jóvenes, en particular durante las noches del fin de semana. Baste indicar que entre las actividades de ocio practicadas en el fin de semana por los estudiantes españoles figura en segundo lugar el ir de bares o discotecas solo precedida por el salir con amigos/as.
Este patrón de consumo viene también confirmado por la cantidad de alcohol consumida en fin de semana o en día laborable. Un 41,4% de los estudiantes de 14 a 18 años en los últimos 30 días (38,3% chicas y 44,7% chicos), habían tomado algún día en ese período 5 ó más vasos/cañas o copas de bebidas alcohólicas en la misma ocasión o en un intervalo aproximado de 2 horas. El 15,2% lo había hecho más de 4 días el último mes.
Las bebidas de consumo más extendido entre los encuestados en fines de semana fueron con mucha diferencia los combinados/cubatas (el 54% de los consumidores en los últimos 30 días, los había consumido algún fin de semana en el mes previo). En segundo lugar se situaba la cerveza (28,6%) y a continuación los licores fuertes (25,1%), los licores de fruta (20,8%) y el vino (17,0 %). En cambio en días laborables la bebida más extendida fue la cerveza (15%), seguida de los combinados/cubatas (10,6 %).
Se mantiene el patrón de consumo de alcohol característico de los adolescentes, consistente en el consumo de combinados y cervezas, preferentemente en lugares públicos, con amigos y durante los fines de semana (viernes, sábado y domingo). Los lugares habituales de consumo son los bares, discotecas y la calle. Así, el alcohol adquiere un papel fundamental como articulador del ocio y las relaciones sociales de los jóvenes.
Desde el punto de vista epidemiológico es importante definir y determinar el consumo de riesgo, concepto difícil de consensuar al depender del tipo de consecuencia que se esté evaluando para establecer el riesgo. En general, se define como aquella pauta de consumo que puede implicar un alto riesgo de daños futuros para la salud física o mental, pero que no se traducen en problemas médicos o psiquiátricos actuales. El grado de riesgo no estará sólo relacionado con el nivel de consumo de alcohol, sino también con otros factores personales o ambientales relacionados con la historia familiar, ocupación laboral, estilo de vida, pobreza, etc.
De la misma forma, no se puede aplicar el mismo criterio para la conducción de vehículos que para la patología cardiovascular, de igual modo que no coincidirán los riesgos para desarrollar cirrosis que para la presencia de neoplasias. La revisión de diferentes estudios nos permite confirmar que no ha podido consensuarse un único criterio a nivel internacional:
Así en Europa se tiende a considerar el límite para establecer un consumo de riesgo en 5 UBEs/día para el hombre y en 3 UBEs/día para la mujer. En Estados Unidos los límites son superiores, situándose en 7 UBEs/día para los hombres y 5 UBEs/día para las mujeres.
La Organización Mundial de la Salud establece límites más restrictivos y clasifica como bebedor de riesgo a aquel que consume 28 UBEs/semana en el caso de los varones y 17 UBEs/semana en las mujeres.
A pesar de esta discordancia la mayor parte de autores se muestran partidarios de la opción es 6 veces superior y el de hipertensión arterial se duplica, aumentando las cifras de triglicéridos.
También con cantidades de 3 ó 5 UBEs/diarias, aparece la cardiopatía alcohólica.
También se considerará bebedor de riesgo aquella persona que consume gran cantidad de alcohol en poco tiempo, es decir, 5 ó más bebidas alcohólicas que puedan suponer más de 8 UBEs (4 combinados, o cuatro cañas de cerveza más dos combinados, por ejemplo) en una sola ocasión o en un periodo corto de tiempo (horas), al menos una vez al mes. Esta conducta, que en la literatura médica se conoce como «atracón» (binge drinking), es de alto riesgo y es la que siguen actualmente una parte de los jóvenes en España y en otros países de nuestro entorno.
Se denomina consumo problemático cuando el bebedor ha padecido o padece algún problema relacionado con el alcohol, como haber conducido bajo sus efectos o presentar complicaciones médicas, familiares o conductuales.
Se considera consumo perjudicial, el realizado por una persona que, independientemente de la cantidad consumida de alcohol, presenta problemas físicos o psicológicos como consecuencia del mismo.
No obstante, CUALQUIER CONSUMO DE ALCOHOL EN MENORES SE CONSIDERA UN CONSUMO DE RIESGO
Otro factor asociado al consumo, pero esta vez en sentido inverso, es la percepción del riesgo, a través de la que se expresa el grado en que se atribuye a una conducta un supuesto peligro para la salud. Así, en 2008, sólo un 47,2% de los jóvenes de 14 a 18 años consideran que el consumo de 5-6 cañas/copas durante el fin de semana puede ocasionarles problemas.
De lo que podemos deducir que el consumo de alcohol para este grupo de población es una conducta considerada como "normal".
Los jóvenes beben grandes cantidades de alcohol, siendo cada vez más frecuentes consumos muy elevados de alcohol en cortos periodos de tiempo, dando lugar a un patrón de consumo muy concreto denominado en inglés "binge drinking" (consumo de 5 o más bebidas en una sola ocasión), podría traducirse, "en atracón", que se encuentra generalizado en muchos de los países de nuestro entorno.
El actual fenómeno del "botellón" y la versión masiva de éste, el "macrobotellón", son entornos apropiados para el desarrollo de este tipo de consumo abusivo. El consumo en cantidades cada vez más elevadas, en cortos períodos de tiempo, pone de manifiesto el hecho de que el 34,8% de los escolares de 14-18 años refieren episodios de embriaguez durante los 30 días anteriores a la entrevista, con una media de casi un episodio de embriaguez cada 10 días.
La frecuencia de salidas nocturnas, y el horario de regreso a casa son aspectos íntimamente relacionados con el consumo abusivo y específicamente con las borracheras, como se puede apreciar en la tabla 4.
Fuente: Encuesta ESTUDIES, 2004. DGPNSD
Actualmente, los indicadores verifican la penetración social de este tipo de prácticas y alertan sobre la problemática derivada del consumo de alcohol por parte de los adolescente españoles. Sólo en dos años (del 2002 al 2004) el porcentaje de escolares (14-18 años) consumidores de alcohol se ha incrementado en casi 10 puntos. Por tanto, cada vez son muchos más los chicos y chicas que se inician al consumo de alcohol.
A pesar de ello, sólo un 9% tiene la percepción de consumir mucho o bastante alcohol, es decir, la percepción de este tema como problema de salud es muy baja en la población estudiada, La percepción del riesgo está disminuyendo, así como el porcentaje de adolescentes abstemios si se compara esta encuesta con las de años anteriores.