Calidad del Aire
La calidad del aire está considerada como uno de los grandes retos sanitarios mundiales debido a la importancia de la contaminación del aire como importante riesgo medioambiental para la salud. Durante las últimas décadas se ha producido en Europa una reducción sustancial de las emisiones de muchos contaminantes atmosféricos, lo que ha tenido repercusión en la mejora de la calidad del aire. Sin embargo, las concentraciones de algunos contaminantes atmosféricos siguen siendo demasiado altas, y los problemas de calidad del aire persisten.
La Organización Mundial de la Salud ha estimado recientemente que 3,7 millones de fallecimientos anuales en el mundo pueden ser atribuibles a la contaminación atmosférica. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasificó en 2013 la contaminación del aire exterior como cancerígena.
Desde el punto de vista de la salud pública, es importante destacar que, si bien la gravedad del impacto es variable en los individuos, toda la población está expuesta. Una proporción significativa de la población europea vive en zonas, en especial las ciudades, donde en ocasiones se sobrepasan los niveles de contaminación perjudiciales para la salud.
Contaminantes como el ozono, los óxidos de nitrógeno y de azufre y las partículas (PM10 y PM2.5) plantean graves riesgos para la salud. Así, por ejemplo, se ha estimado que las partículas en suspensión en el aire de origen antropogénico reducen la esperanza media de vida en la UE en más de ocho meses. En este contexto, la disminución de los niveles de contaminación del aire podría reducir la carga de mortalidad y morbilidad asociada a accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma. Cuanto más bajos sean los niveles de contaminación del aire mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, especialmente en los grupos más vulnerables, a largo y corto plazo.